Hay pasos que se
quedan estancados
esperando un silencio de la ciudad que dormita
tranquila
aletargada
la gente habla entre sueños para adivinar el día
siguiente
saber que hay una razón por la cual vivir
respirar lentamente
escuchar la noche y volar
todo es tan quieto en este momento
que la vida se refugia en la banca de la plaza
conversa con la muerte
mientras yo contemplo la luna que me vigila
los recuerdos se asoman por la ventana
el niño que fui
el que soy
saltan acostumbrados a caer al lado de quien no deben
esos silencios que hieren
agonizan
de pronto
el letargo de mi inocencia desaparece en la esquina
vende treskilos de coca y quinientosgramos de mota
¡esta es mi puta realidad!
aprendo a perdonar y corregir
porque la noche
eterna testigo de inmaculadas manías
sabe que la paz se transforma en indecencia
en la madrugada
cuando los fantasmas acostumbran a hacer de las suyas
sin el consentimiento vulgar de los gatos
o de estupefacientes para controlar el dolor
sale del rincón del cuarto
una esperanza que se agazapaba
simplemente para ver de qué estamos hechos
porque dios así lo quiso
y no hay de otra
: me parece familiar eso de tener que creer
yo prefiero crear
caer
mis hormigas me han enseñado a disfrutar
ahora no queda nada
ni silencio
ni angustia
queda secuestrar el tiempo y no soltarlo
jugar a las escondidas
mientras cuento hasta un millón de años luz
esconderse debajo de la falda de la luna
y esperar a que las palabras hagan lo suyo
intento tirar la toalla
escupir mi alma
maldecir hasta llorar
¡oh, soledad!
ven a mí que soy tuyo desde antes