A las onceytreinta de la noche
se me antoja tu piel entre mis manos
Es bien sabido
que ahora él es quien te posee
sin saber que yo te recuerdo y te olvido
¡No martirices mi conciencia!
Cuando uno entra en otra persona
probando las mieles de lo prohibido
se da cuenta que el cielo es lo mismo que el infierno
Por esto es que te suplico
un beso en el lugar de mis delirios
Juega como sólo tú lo sabes
: a ciegas
Deja un silencio antes de irte
a veces es necesario
darme cuenta de lo bendito que es el pecado
¡No martirices mi inocencia!
Basta un roce de tus labios
Basta tu pezón en mi boca
Basta tu humedad en mi moral
Ven en este instante
para amarte sin prejuicios
lejos de él, pero dentro, muy dentro de ti
sábado, 2 de enero de 2010
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